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sábado, 29 de julio de 2017

DO DO TA

O lo que es lo mismo: uno, dos y tres. Y da igual lo que tenga en la mano... al instante vuela por los aires. Porque vacaciones para algunos y algunas significa más trabajo para otros y otras. Que cada cual escoja su grupo. Hay momentos que no se cambian por nada, aunque tengas ganas de que terminen. En el recuerdo pesan menos y marcan más. Crecemos porque pasan los años, o al revés. Pero no los nuestros, sino los de ellos, haga frío o calor, llueva o sople el viento por los cuatro costados. Y, ahora, cuando termina el primer ciclo vacacional de este año, comparo, que no compito, buscando anécdotas y frases que recordar, momentos para no olvidar y miradas que enamoran cada uno de los sentidos, por muy mal que se pueda pasar.

"Abua" es agua; "do do ta" es uno, dos y tres. "Aya" es Noa, "tata" es caca y "pichipichi" no sabemos lo que es, pero seguro que es algo que sólo ella puede entender. Recuerdo que la hermana, con su edad, decía cosas parecidas, pero no iguales. Cada una tiene su sello y su personalidad, desde ya, tan pequeñas, tan suyas. 

No es momento de ponerse sentimental, pero me duele pensar en un futuro no muy lejano y que puede ser muy dispar para dos hermanas que se adoran nada más verse, siempre que pueden verse, claro está. Y a veces pasa demasiado tiempo para que eso ocurra. Algo se está haciendo mal en este país cuando alguien que no conozco (juez o jueza...) dictamina cuándo dos hermanas pueden estar juntas... pero bueno, esa es otra historia que seguro tiene diversidad de opiniones y también de derechos, válgame el Señor, como dirían aquellos... 

Estoy seguro de que hay gente que reniega de todo esto, que no quieren reconocer a mis dos hijas como hermanas, que la pequeña es obviada, negada, omitida o ignorada. Les dolerá que la mayor sea un clon mío cuando yo tenía su edad... tampoco podría ser de otra forma, obviamente. En este caso, la lucha es por ellas, y mi misión en esta vida es que una nunca olvide a la otra, al menos hasta que obtengan la mayoría de edad.

Después de eso, como ya he dicho otras veces, nadie es dueño de nadie, la esclavitud ya no existe. Y ahí andamos, agotado, mientras el verano pasa ciclos y los ciclos cumplen con el verano. La espera se hará corta y la estancia intensa. Mejor así que no de otra forma...

sábado, 22 de julio de 2017

EFECTO DOMINÓ

Vida es vida. Pasión es amor. Y la gente, desatendida, mira con lupa la falsa creación de todos los que luchamos contando cuentos de terror. Porque, cuando nos cansamos, o decimos que ya basta o no decimos nada por temor de abrir la boca sin razón. O con razón. Mucha razón. Que no sólo del aire vive el honor, y honor tenemos, más que vergüenza, por no decir que éste es mejor que la falta de cobardía o la valentía de mi voz. Tenemos que gritar, de vez en cuando, para poder pronunciar nuestra voz. Sólo de vez en cuando. Pues, después de todo, a pesar de la poca vergüenza que muestran algunos (o algunas, si ya conocéis la ambigüedad de mis textos...), ésta supera a la educación, que me parece ínfima, como un resquemor profundo cuando inhalas algún desagradable olor; si acaso el olor se puede inhalar, o la comida respirar. 

Que los demás tengan que tener la misma vida que uno tiene, sea ésta buena o mala, me parece pura fanfarronería, una muerte súbita anticipada, un sorbo de un fuerte licor que bien podría ser llamado prepotencia. Si pretenden que sus problemas sean tuyos es que algo falla en la vida de esa persona, eso es evidente; pero, por desgracia, tenemos el llamado efecto dominó. Aquí, cada cual, que lo entienda como quiera. Tampoco hace falta dar tantas explicaciones. 

Los esclavos ya no existen, y el que presuma de ello demuestra tener poca dignidad. Desgraciadamente, no es el único motivo por el cual demuestran no tener dignidad ciertas personas. Pero ahí está el tío, rozando la suerte con su varita mágica; hasta que la suerte se agote...

...o se rompa la varita. Nada es imposible en esta vida, que como dije al principio, es vida, así, sin más, sin tener que dar más explicación.

sábado, 15 de julio de 2017

DOS CAMINOS DIFERENTES

El último aliento está lleno de matices. Colores negros de una noche sin luz que oculta la triste figura de la luna cuando no quiere asomar sus curvas por entre las sábanas que cubren el cuerpo de la más delicada flor. Delicada sonrisa entre tanto furor... dudando estoy cuando dijiste amor. Aunque las palabras se mantienen y las derrotas se muestran esquivas escogiendo la batalla que más les convence para, siempre, eternamente siempre, sentirse mejor. Porque, a veces, por mucho que lo intentemos, el resultado siempre puede ser el peor, aunque no queramos, ni en pensamiento, ni en omisión. Es lo que se llama el esfuerzo del inútil que no entiende la escritura ni la lectura del dictador.

Es triste decirlo, pero la falta de iniciativa puede ser la mejor de la menos mala de cualquier solución. Problemas tenemos todos; y hay que saber buscar donde encontrar la solución no sin antes saber diferenciar el origen de nuestro dolor. Yo encuentro dos caminos diferentes para cruzarnos con una mala coordinación: interior y exterior. O, lo que es lo mismo: aquello que en el fondo parece un error, en las formas es la mejor solución de todo aquello que no queremos olvidar para causar el mínimo rencor. La fruta sigue siendo fruta y siempre tendrá una rima que... digamos que pega con los colores de cualquier balcón. Y no me digas los tuyos, que cada cual tendrá su conclusión.

Mil y una noches despierto para observar con detenimiento que ninguno de los dos caminos es la solución. Solo ambos unidos pueden llevar a una salida exterior o a una entrada interior. Pero todo depende del riesgo, todo es relativo y nada es bueno para algo sin ser malo para todo lo demás...

...y si no que se lo digan al cura, que puede hacer de todo excepto f... pues eso.

sábado, 8 de julio de 2017

NECIOS

No sabía yo que podía imponer tanto respeto... Parece que no es suficiente con tener buena voluntad y que unas palabras sacadas de contexto pueden generar miedo. No tengo miedo a que nadie me hable... tampoco soy tan importante como para llegar a ese extremo. Pero sí es cierto que me da miedo a que me den una mala respuesta, ya sea en tono o en forma. Como a todos. Nadie quiere una mala respuesta. De todas formas, esto es lo de menos. Lo verdaderamente triste es no reflexionar o no valorar el resto de la vida. Y así vamos pasando el tiempo. Así somos los humanos por naturaleza; nos preocupamos de buscar el conflicto, la pelea o el malestar por cualquier insignificancia en lugar de pasar página, saber ver dónde está lo importante y, lo más grave aún, ignorar una solución que todos conocemos.

No quiero ir de víctima porque tampoco lo necesito. Pero llegados a este punto uno se plantea si realmente merece la pena poner buena voluntad y buscar cordialidad en las tareas del día a día o si, simplemente, deberíamos hacer las cosas como robots, automatizadas, sin relacionarnos, sin hablar, sin consultar... porque en cualquier momento, nos pueden dar una mala contestación. Lo que es obvio para ti, puede no serlo para mi... pero preguntar ese pequeño detalle puede suponer toda una aventura. Entonces deberé tener iniciativa, pero estaré siempre bajo vigilancia para no cometer errores. Y aquí, una vez más, tengo que decir que los errores no existen cuando las soluciones pueden ser más de una, y ese es nuestro objetivo. Otra cosa diferente es que no te guste cómo hace cada uno sus cosas... pero no estoy pidiendo compartir gustos; me basta con respetarlos.

Si no hago nada actúo mal; si tomo la iniciativa puedo actuar peor. Un callejón sin salida que nos lleva a la autodestrucción. Pero, como dije, así somos los humanos...

Necios. Por permitirlo. Y cada día que pasa aumenta la frustración. 

sábado, 1 de julio de 2017

UNA PÍCARA SONRISA

Perder tiempo es sinónimo de perder vida. Y la vida tiene un reloj que siempre favorece al tiempo. Nos guste o no. No siempre es fácil luchar contra el destino, aunque pueda parecer lo contrario. No lo digo solo por el tiempo. El bolsillo tiene también mucho que ver. Volvemos al tema de las prioridades. Hay quien no sabe verlas y eso dificulta tener un orden en la vida que, desde mi punto de vista, es necesario. No digo que tenga que ser perfecto, pero sí necesario. Creo que aún estamos en fase de detección de mentiras; y para ello no existe un único lugar donde poder probar nuestra conciencia, donde reflexionar sin tener que desviar la mirada...

... y hablando de conciencia, puedo decir que, a pesar de todo, la mía está tranquila. Entiendo la presión, aunque es evitable desde cualquier ángulo de visión que queramos asignar a nuestros sentidos. Pero, no por ello, deja de ser innecesaria, porque hay mil formas de entender una misma cosa o de interpretar una misma manera. Y ninguna es mejor que la otra... simplemente son diferentes. Después, llega el intolerante, el que no entiende que el esfuerzo está por encima de cualquier premisa que se disfraza de colores por el simple hecho de ser diferentes a la vista.

Duele que la voluntad y la predisposición no estén justamente valoradas; o que el sacrificio sea siempre insuficiente porque llegamos a niveles de exigencia que ni siquiera uno mismo es capaz de cumplir.

Tendré mi tiempo. Y sabré esperar mi momento. Por eso mi conciencia no deja de estar tranquila mientras esconde su sonrisa y valora todas y cada una de las posibilidades que nos estrechan la mano...

...de una forma pícara, por qué no decirlo. Es mi nueva definición de tener paciencia. Eso sí, siempre controlada. Sin perder la oportunidad. Aunque lo parezca... pero solo a veces.

Sólo a veces. Suena interesante. A veces... también.

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